Uno de los grandes temas actuales es el del control, la videovigilancia, y cómo la exposición constante de nuestras vidas e intimidades afecta a nuestro presente y al futuro. Sin embargo, con propósitos y métodos diferentes, la relación de la imagen del rostro vinculada a sistemas de control no es nueva, como prueban los experimentos antropométricos de Alphonse Bertillon o de Francis Galton.
Sin embargo, a pesar de la diferencia entre métodos, formas y finalidades, las consecuencias que puede tener este tipo de control al que nos vemos sometidos o del que también somos actores relevantes cuando compartimos nuestras propias imágenes son numerosos y preocupantes. Aunque no seamos plenamente conscientes de todas las implicaciones, puede tener consecuencias sociales, culturales e incluso políticas, dada la relevancia que actualmente tienen la imagen y la apariencia.
Precisamente sobre el control que se ejerce y ejercemos sobre nuestros rostros reflexiona la exposición, comisariada por Urs Stahel, que puede visitarse en Foto Colectania hasta el 20 de marzo de 2022.

Se trata de una exposición colectiva en la que participan más de veinte artistas en diferentes momentos de su carrera: de los emergentes y de los que crean en línea con las nuevas tecnologías como Shu Lea Cheang a los consagrados como Diane Arbus o Thomas Ruff. También hay obras sacadas de Internet y las redes sociales. El punto en común de todas las obras y artistas es la preocupación por el control sobre el rostro: tanto el que cada uno ejerce sobre su propia apariencia como el que ejerce el poder (policía, gobiernos o grandes empresas) sobre nuestra identidad.
Como especifica la web de Foto Colectania: «La exposición incluye libros de Giambattista della Porta, Johann Caspar Lavater, Duchenne de Boulogne, Alphonse Bertillon, Francis Galton y Léopold Szondi, materiales como las Kodak Shirley Cards, las Vogue Average Cover Photographs, un conjunto de Mugshots, así como fotografías y vídeos de los siguientes artistas: Diane Arbus, James Bantone, The Late Estate Broomberg & Chanarin, Daniele Buetti, Shu Lea Cheang, Paolo Cirio, Eli Cortiñas, JH Engström, Adam Ferriss, Tina Hage, Richard Hamilton, Alma Haser, Lynn Hershman Leeson, Roni Horn, Tommy Kha, Fabiola Larios, Eva O’Leary, Maria Mavropoulou, Simone C. Niquille, Trevor Paglen, Willem Popelier, Thomas Ruff y John Yuyi».

La historia de la representación y exposición del rostro comienza, según los responsables de la exposición, con las máscaras de la Edad de Piedra y progresa hasta llegar a los rostros producidos por los medios de comunicación modernos. Según explica la web de Foto Colectania: «En su libro Faces: una historia del rostro, el famoso historiador del arte Hans Belting descubrió en las máscaras de teatro, en las expresiones faciales de los actores, en el retrato, en la fotografía, en el cine y en el arte contemporáneo, los múltiples intentos de apoderarse de la cara. Y al hacerlo demostró, simultáneamente, el fracaso permanente en representar la vida del rostro y del yo».
El tema de la autorrepresentación, en el que llevo investigando muchos años, es complejo y tiene muchas aristas porque por un lado están las teorías que apoyan que la vida, el yo o la misma realidad son irrepresentables (o incluso inexistentes si escuchamos a los teóricos más radicales de la posmodernidad que lo cuestionan prácticamente todo, incluida la posibilidad de que exista una identidad), y por otro están los hechos y hallazgos que indican que la vida, el yo y la realidad están siendo representados visualmente, de forma incansable, desde que existe la humanidad. Desde las máscaras y esculturas de los primeros artistas a las fotografías y vídeos más contemporáneos: la imagen del rostro nos acompaña desde las civilizaciones más antiguas. Sin embargo, la cantidad de selfies, retratos y autorretratos se han disparado en los últimos años y parece innegable que cuantitativamente somos una sociedad mucho más interesada en (o con mayores recursos para) representar y compartir los rostros.

Por tanto, es el momento pertinente para detenernos a pensar por un lado qué sucede con el control que nos llega desde el exterior y que insiste en adquirir control a través del reconocimiento de rostros por parte de sistemas como la IA. Ya hay sistemas de desbloqueo facial, reconocimiento de rostros por sistemas de seguridad… e incluso la tecnología para buscar e identificar un determinado rostro entre las fotografías que tenemos en el móvil. Por otro lado, también ejercemos el control del rostro desde dentro influenciados por las redes sociales en las que se busca una determinada apariencia: guapos, felices y exitosos, además de delgados, ricos, viajeros, populares…
Esto se consigue con filtros, autoficciones, pero también con operaciones de cirugía estética que cada vez nos asemejan más los unos a los otros o a nuestros selfies. Hace un tiempo publiqué un artículo titulado ¡Doctor, quiero ser como mi selfi! en The Conversation junto a un cirujano en el que hablábamos precisamente de los problemas de autopercepción y médicos provocados por los filtros fotográficos, sobre todo en los usuarios más jóvenes, y cómo cada vez más personas solicitan ser operadas para parecerse a sus auto-fotos, aunque a veces la estética sea incompatible con la salud e incluso con la vida.
El debate está sobre la mesa y en Foto Colectania podemos ver estos meses un conjunto de obras que nos ayudarán a re-pensarlo. En cuanto al comisario Urs Stahel, se trata de un escritor, comisario y asesor independiente suizo que, entre otras instituciones asesora a la Fundación Foto Colectania, a la colección MAST de fotografía industrial y a la Colección de Arte de Vontobel (Zürich). Es cofundador del Fotomuseum Winterthur, del que fue director y comisario (1993 – 2013) y comisario del MAST –Manifattura di Arti, Sperimentazione e Tecnologia– en Bolonia.