Celebramos un 8M diferente en el que por prudencia, como tantas otras, no me manifestaré en la calle. Ya es mi segundo año en casa y he decidido manifestarme de otra forma: rindiendo mi pequeño y particular homenaje a través de una mujer a la que admiro, a una artista, a una cuidadora, a una madre… a una fotógrafa: Ana Álvarez Errecalde. Y a través de ella: a todas las mujeres trabajadoras, fotógrafas profesionales o amateurs, remuneradas o no, artistas o no, cuidadoras o no… ¡¡Por una vida y un trabajo dignos, por la igualdad de oportunidades y por el fin de las discriminaciones!!

Permitidme que centre mi homenaje en el último proyecto de esta artista: CARE. Cuidar Importa por varios motivos. En primer lugar porque considero que es un proyecto fotográfico necesario y profundo, elaborado desde la mirada y la experiencia de una mujer que aborda temas complejos desde la sensibilidad y la empatía (y el arte, obviamente). En segundo lugar, porque tanto Ana como las protagonistas de su proyecto son personas que cuidan a personas dependientes. En un día como hoy, me gustaría dedicar esta pequeña manifestación por los derechos, la dignidad y el reconocimiento de todas las mujeres a las cuidadoras de personas dependientes: va por vosotras (plural femenino porque las mujeres son mayoría, pero el homenaje es inclusivo para todas las personas que cuidan).

Sobre todo, mi cariño y preocupación por las que lleváis todo este tiempo de pandemia cuidando a vuestros familiares sin apenas apoyo y mi más sentido pésame a las que habéis perdido a vuestros seres queridos en este último año en unas circunstancias tan complicadas. Se habla mucho de la COVID-19 estos días. Alguien el otro día preguntaba quién se preocupaba en los medios del cáncer en esta pandemia… yo que llevo ya muchos años investigando sobre la representación visual de la enfermedad: me pregunto dónde estáis vosotras y vuestras familias representadas en los medios y en esta sociedad que os invisibiliza a niveles dramáticos… especialmente en estos tiempos complicados de pandemia que os están privando en muchos casos de la poca ayuda y asistencia que recibís.
CARE, Cuidar Importa. Beca Leonardo de Arte, 2019
Tengo la fortuna de conocer a Ana Álvarez Errecalde desde hace años, cuando se inscribió en uno de mis talleres sobre trabajos autobiográficos y fotografía. A partir de aquel momento, seguimos en contacto y en los últimos años la vida nos ha ido llevando a compartir intereses de investigación y conversaciones que siempre han sido muy enriquecedoras y que habitualmente compartíamos con su hijo Neuquén.
Ana colaboró con las jornadas que organizamos en el CCCB en Barcelona en nuestro anterior proyecto con una fantástica conferencia titulada ENFERMEDAD Y DIFERENCIA: UNA MIRADA EMPÁTICA DESDE LA EXPERIENCIA COMPARTIDA y yo he colaborado en su último proyecto con un texto para el libro que se acaba de publicar.
Para mí fue un honor que Ana me contactara hace más de un año porque se quería presentar con un proyecto fotográfico sobre cuidados y discapacidad a una beca LEONARDO A INVESTIGADORES Y CREADORES CULTURALES, de la Fundación BBVA. En aquel momento escribí, encantada y comprometida, una carta de referencia remarcando la importancia de un proyecto así, que difícilmente encaja en un contexto comercial y que los comisarios de artes visuales no suelen tener entre sus intereses expositivos. Pero decía en aquella carta y lo sigo pensando, que Ana tiene un proyecto, una línea de trabajo, que ha de ser apoyado porque visibiliza y desestigmatiza a un colectivo que lo necesita. Por eso también me alegró tanto que le concedieran a Ana una beca Leonardo para Artes Plásticas al proyecto “CARE (del inglés CUIDAR/IMPORTAR) – Proveer salud, bienestar, manutención. Ej: “el cuidado de las personas mayores” – Estar interesado; dar importancia a algo. Ej: no les importa la vida humana”.
Por eso dije que sí encantada cuando Ana me pidió un texto para el libro que se acaba de publicar con las fotografías del proyecto y aquí estoy, en vísperas del día internacional de la mujer, encantada de poder dar un poco más de visibilidad a un proyecto como este, sensible y comprometido, realizado por una gran artista. Por una fotógrafa a la que respeto y que desde hace años ha comprometido su cámara y su obra con temas complejos que visibilizan las preocupaciones, precarización, falta de agencia o necesidades de otras muchas mujeres.
Como EXPLICA la página de la Fundación BBVA, de la BECA LEONARDO: «El proyecto consiste en una serie de fotografías que retratarán relaciones de cuidados en torno a la dependencia. El objetivo del proyecto es investigar sobre la precaria economía del sector cuidador; plantear quién cuida de los cuidadores y los efectos del cuidar en soledad. Al dar visibilidad a diferentes experiencias de vida, se pretende replantear el valor que los cuidados tienen en los planos histórico y social. En el ámbito artístico quiere contestar al imaginario cultural que retrató la discapacidad y dependencia desde la ridiculización, la caricaturización y la sorna (por ejemplo en pintura: Velázquez y Alfred Kubin; y en fotografía: Diane Arbus y Mary Ellen Mark). Este proyecto pretende revertir la connotación de dependencia como marginalidad, encarnación del mal y castigo, con imágenes que consideren y prioricen la dignidad de cada ser humano».

Neuquen y las/os protagonistas del proyecto

Si bien Ana es un referente importante cuando se habla de imágenes y dependencia o cuidado, he de decir que Neuquén, su hijo mayor, fue una persona importante también en nuestra relación y en mi aprendizaje sobre la vida. Neu falleció el pasado verano, mientras Ana estaba realizando este proyecto, dejando tras de sí un profundo vacío en todos los que lo conocimos. Ana terminó este proyecto en plena pandemia atravesando su duelo.
Neu es una de esas personas esenciales, de las que seguramente seguiremos hablando en presente, porque su paso por la vida deja una estela hermosa y un impacto imborrable en los demás.
A la derecha lo vemos jugando con sus hermanos en una imagen entrañable que representa muy bien lo que destaco sobre la humanidad, complicidad y dignidad de la mirada. Si algo he aprendido en estos años de investigación es que todas las vidas son importantes y valiosas, pero no todos los objetivos ni todos los artistas son capaces de captar la belleza y la dignidad que hay en todo ser humano. Han sido pocos los artistas/fotógrafos que han retratado la enfermedad y la discapacidad, y la mayoría de los que lo han hecho lo han enfocado desde el espectáculo, lo sórdido, lo marginal y lo sospechoso. Por eso es importante que haya imágenes como las que nos ofrece Ana: porque luchan contra la estigmatización y la cosificación, porque se centran en la humanidad de los dependientes y no en su diferencia, porque incluyen a sus familias visibilizando que son seres queridos y sociales contra toda esa imaginería que lleva siglos pintándonoslos como monstruos, como freaks, como casos deshumanizados.¿Por qué este proyecto es diferente? Porque en las imágenes vemos a Neu y a su familia disfrutando de la vida, a Laia y a Pili sonriendo con mirada cómplice, a Óscar retratado entre las caricias de sus padres: Puri y Juaco, porque a Teo lo vemos rodeado del abrazo de su madre Lola… porque vemos a familias que se aman y desde su círculo íntimo nos acercamos a las personas discapacitadas como hijos, como hermanos, como personas amadas y respetadas.

Pero Ana no idealiza ninguna situación. En la narrativa visual, complementada con un breve texto para cada persona con dependencia, se recogen diferentes elementos clave para poder comprender las circunstancias y situaciones que estas personas viven y que comparten en muchos casos. Sin embargo, hay particularidades. No es lo mismo cuidar a un hombre adulto con fuerza que tiene crisis, y que por edad tendrá unos padres mayores, que a una anciana con Alzheimer o a un niño que no puede moverse. Tampoco es lo mismo cuando un cuidador es joven que cuando ya es una persona jubilada: las necesidades cambian a lo largo de la vida de cuidadores y cuidados, y todo esto lo vamos comprendiendo a lo largo de las fotografías y los testimonios.
Junto a los buenos momentos y las sonrisas, vemos situaciones complicadas como la necesidad de los cuidadores de unos minutos de desconexión, lo que supone para una de estas familias (con múltiples dificultades de movilidad y cuyas vidas son una carrera de obstáculos) que un coche de alguien sin dependencia les quite una plaza de aparcamiento, o la dureza de enfrentarse a la pérdida de un ser querido al que se han dedicado todas las horas de los últimos años y el vacío y la incomprensión en el que se ven inmersas las familias el día después de su pérdida. En la imagen de la izquierda vemos una de esas imágenes en las que creo que se nota especialmente esa mirada cómplice y sabia de Ana: concretamente en esta imagen nos muestra a los padres de Óscar en la caravana en la que ya no pueden viajar pero que llaman El Refugio y tienen aparcada en casa para descansar en ella mientras una cuidadora los releva por unos momentos. Esta imagen sugiere más de lo que muestra porque el tratamiento ético de estos temas pasa por respetar la imagen y la intimidad de todos los implicados.
Me gusta especialmente la imagen en la que vemos a Teo y a su madre Lola cubriéndose la cara con una fotografía de cielos con nubes en una metáfora visual de la invisibilidad. Como explica Lola en el libro: «La mayoría de las personas no nos ven, o prefieren no vernos. Está tan incorporado el menosprecio a la discapacidad, que es como si no fuéramos nada, como si no existiéramos». ¡Qué duro lo que explica y qué potente visualización de lo que sucede!
La sociedad invisible, las personas que no vemos o que elegimos no ver. Y entono la primera persona del plural porque estoy segura de que alguna vez habré ofendido a alguien sin querer. ¡Lo siento! Hemos de re-educar la mirada, resituarnos en este mundo utilitario y materialista donde nos sentimos culpables por los momentos improductivos y donde las personas dependientes tienen una situación muy complicada.
Sin embargo, aunque se nos haya podido decir por diferentes medios y voces que estas personas son «prescindibles», que antes no se les permitía sobrevivir… en el texto que también acompaña junto al mío a las fotografías de Ana en este libro, Manuel González Morales, catedrático en Prehistoria de la Universidad de Cantabria, destaca que en enterramientos de diferentes épocas, que se multiplican cuanto más nos acercamos en el tiempo, se han encontrado los restos de personas que nacieron con malformaciones o que tuvieron una discapacidad y que vivieron o sobrevivieron gracias al grupo, a su familia.
Esto choca con mucho de lo que nos han explicado sobre lo que hacían los antiguos con las personas que no podían valerse por sí mismas. Pero el Doctor Gonzáles Morales recoge varios casos, como el de una mujer Homo ergaster, que al parecer vivió con una enfermedad incapacitante (de la que hay rastro en sus huesos) hace más de un millón y medio de años en Tanzania o el de los restos de un adulto depositados en una cueva en Atapuerca hace más de 400.000 años que sufría toda una serie de patologías degenerativas que le impedirían caminar y que debían ser muy dolorosas. En todos los casos: la supervivencia sólo fue posible por el apoyo del grupo humano.
En palabras de Manuel González Morales: «Hay que olvidarse de los análisis economicistas en la búsqueda de explicaciones para unos comportamientos adaptativos tan exitosos que son los que hacen que aún sigamos viviendo como género humano. Las comunidades prehistóricas más antiguas durante dos millones y medio de años, hicieron de la solidaridad entre los miembros del grupo -y de los grupos emparentados entre sí- la base de su vida social: nadie sobra, son parte de la comunidad y le dan sentido en su conjunto, independientemente de lo que aporten o dejen de aportar».
Ana Álvarez Errecalde
Como expliqué con anterioridad en este mismo blog, Ana Álvarez-Errecalde nació en Argentina y vive en Barcelona. En su obra profundiza en experiencias personales como los ciclos vitales, la maternidad o el cuidado. Ana Álvarez-Errecalde tiene una mirada fuerte y comprometida, con una sensibilidad muy especial desde que comenzó su trabajo artístico poco después de que en 1999 naciera su primer hijo, Neuquén, con una condición neurológica severa. Ana encontró en la fotografía el medio para preservar la presencia y la belleza de su hijo y en este último proyecto ha enfocado con su cámara a otras personas que cuidan y son cuidadas, con el mismo respeto, admiración y cariño, más allá de los abundantes desafíos cotidianos y constantes que la discapacidad, la dependencia y la diferencia imponen a las familias y a las/os profesionales. Porque en este proyecto hay cuidadoras/es remuneradas/os y no remuneradas/os, cuyo trabajo es igualmente imprescindible.

Ana es una artista comprometida con su obra y con su tiempo, al mismo tiempo que una cuidadora que lucha por los derechos no sólo de su familia, sino por los del resto de familias que ha ido encontrando en su camino. Algo que no siempre ha sido comprendido. Sus imágenes dan importancia a lo desvalorizado por una sociedad que suele tener una mirada utilitaria. Precisamente por esto: porque su lente pone el foco en los seres humanos y los fotografía a todos con la dignidad y el cariño que toda persona merece: su trabajo puede verse como una transgresión. Situada al margen del poder, como muchas otras mujeres trabajadoras, comparte su experiencia y la de quienes la rodean a través del arte entendido como catalizador de un cambio personal y social.
Apasionada por traer a la luz experiencias invisibilizadas como son el parto y los cuidados, ha creado obras como El Nacimiento de mi Hija (2005) y Césarea, más allá de la Herida (2009). Su mirada crítica con la sociedad insatisfecha ha quedado plasmada en obras como More Store (2008) y Objectivity (2017).
Su trabajo ha sido publicado en numerosos libros y revistas internacionales. Ha sido expuesto en Oxytocin, presentado en el Royal College of Art de Londres; en el Congreso Wellbeing and Human Flourishing en la Universidad de Manchester; en el festival internacional City of Women de Liubliana, Eslovenia; en el Centro Cultural de España en Buenos Aires, Argentina; en la Galerija Klovicevi de Zagreb, Croatia y en el FAD-Foment Art i Disseny de Barcelona, entre muchos otros centros internacionales de reconocido prestigio.
Ha sido seleccionado y ha obtenido numerosos premios en diferentes convocatorias como European Women Lobby, Photo Competition2010, Bruselas, Bélgica, Festival de la Luz, Buenos Aires, Argentina, Premio Joven UCM y Premio Miguel Casablancas, Certámenes de Arte de Orense y Albacete, Bienales de Galería Clave Murcia y del Aytuntamiento de Móstoles, España.
Porque existen mujeres como Ana y como las protagonistas de su proyecto… porque todas y todos conocemos a mujeres a las que queremos y admiramos: ¡¡Feliz día internacional de la mujer!!
Reblogueó esto en Anatomías urbanasy comentado:
Porque cuidar importa y porque esos cuerpos invisibilizados y menospreciados pertenecen a personas, sobre todo a mujeres, la lanza que rompe nuestra amiga Rebeca Pardo debe de ser compartida. Y más aquí, donde todas las anatomías tienen identidad y contexto.
¡MIl gracias, Alfons!