«La identidad está en crisis, lo que ha llevado a numerosos artistas a investigar en su propio yo, encontrándose con identidades poliédricas de difícil
definición. Sumidos en el caos interior, el otro aparece como una referencia fundamental en la búsqueda de uno mismo. Para conseguirlo, los creadores
transitan por los caminos de la apropiación, la autoficción o la creación de álter-egos hasta llegar al turismo de identidades en Internet. Para poder analizar
este fenómeno en profundidad es necesario, en primer lugar, comprender la relación entre el yo y el otro»… este es el resumen de mi artículo El otro yo. De la autoficción al turismo identitario en el arte Contemporáneo (descargar texto en pdf) que acaba de publicar la revista Sans Soleil: Estudios de la imagen en su número 4.

Podéis descargarlo en pdf si os interesa el tema y lo que encontraréis es un recorrido por la historia del yo y del otro (que seguramente cuando termine mi máster en Antropología y Etnografía modificaré enormemente, pero ésta es sólo una primera aproximación al tema). Porque nos pasamos la vida intentando comprendernos a nosotros mismos y a los demás, en un doloroso proceso que tiene sus buenos y sus malos momentos… y mucho de ficción de cara a la galería. Decía Paul Géraldy aquello de que seducimos valiéndonos de mentiras y pretendemos ser amados por nosotros mismos… Cosa que, fotográficamente, se traduce en obras sobre todo de autorretrato que intentan indagar en los difíciles y tumultuosos límites que nos separan de los demás y nos conectan con ellos, con sus verdades y nuestras mentiras (o viceversa).
En una época de desasosiego identitario para
un yo en deconstrucción y un nosotros en vías de
extinción, la alteridad (representada en el tú, el
vosotros y el otro/s) se convierte en un punto de
referencia y anclaje imprescindible para todo tipo
de búsquedas personales
Como todo tiene un orígen, intento encontrar en este artículo cuáles han sido los momentos en la historia reciente de la humanidad y el arte que nos han traído de la mano a estas cuestiones. Por el lado del pensamiento, recojo opiniones de algunos sociólogos y pensadores del tema: «Kenneth J. Gergen, en El yo saturado, recoge la visión histórica de John Lyons, para quien el yo actual es, en realidad, un producto del pensamiento de finales del s. XVIII, ya que hasta ese momento las personas se concebían o se veían a sí mismas como miembros de categorías más amplias como una religión, un gremio o una clase social. Algo de lo que han dejado constancia la pintura y la escultura durante muchos siglos. Para Lyons, dice Gergen, hasta el alma escapaba a lo individual al ser concebida como algo imbuido por Dios transitoriamente en el cuerpo mortal. Por tanto, hasta el s. XVIII podría decirse que el yo no se busca a sí mismo como alguien diferente, original y único, sino como una parte más o menos importante de un engranaje social más amplio que daba sentido y valor, de algún modo, a la propia existencia. Diversos textos de esta época, que van desde los tratados filosóficos a los relatos de vagabundos y aventureros, recogen el importante cambio de sensibilidad que se da en este tiempo. Un caldo de cultivo que recibirá el nacimiento de la fotografía, en la primera mitad del siguiente siglo, como un medio para “registrar” y “documentar” la propia existencia y la de los otros, abriendo, seguramente sin quererlo, una gran caja de Pandora en la autorreferencialidad».
A este marcho de pensamiento que intento reflejar para ubicar mejor las obras que analizo, sumo también algunos trazos históricos que siempre he creído fundamentales. De entre todos estos momentos importantes, hay una fecha que quisiera destacar: «Cabe mencionar que, seguramente, uno de los elementos de giro importantes hacia la representación del yo como un otro es la conocida exposición fotográfica The Family of Man (comisariada por Edward Steichen y realizada por primera vez en 1955 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York). El objetivo de esta muestra fue el de ofrecer una visión tanto de la singularidad del ser humano como de las similitudes del conjunto de los diferentes grupos étnicos. La humanidad vista como una gran familia de familias, como una institución universal con más nexos, lazos y conexiones que barreras y diferencias insalvables. No en vano el mundo (y el propio Steichen) se recuperaba entonces de varias guerras que habían dejado a todo Occidente profundamente herido y, además, Estados Unidos curaba sus heridas de la Gran Depresión».

Pero no sólo se plantéan los orígenes en este artículo, sino las nuevas fórmulas para enfrentar el miedo a lo desconocido que puede habitarnos a nosotros mismos: «Artistas como Jo Spence han ido más allá de este extrañamiento, llegando a cuestionar incluso si forman parte de ellos mismos y sus propios cuerpos con trabajos como los llevados a cabo por ella misma durante sus etapas de enfermedad. En estas obras fotográficas, el cuerpo deja de sentirse como propio y se transforma en un terreno de reivindicaciones fuertes sobre la identidad e, incluso, en doloroso campo de estudio sobre las nociones de “monstruosidad”. Esto último plantea interesantes cuestiones sobre cómo el monstruo, ese otro siempre lejano y temido, puede ser “autopercibido” en la propia piel».
Y no podía trazar este recorrido por el yo y el otro sin incluir también los trabajos que se han realizado desde el net.art: «en Internet, cuando el yo puede ser el otro, la alteridad tiene acceso también al yo y todos pueden ser una tercera persona. Por tanto, al menos en apariencia, la última barrera artística (y física) se ha cruzado para dar paso a un nuevo nosotros en el que todos están vinculados. Sin embargo, partiendo de la red y del entorno virtual, dos proyectos de net.art, The Exchange Program e Identity Swap Database, demostraron que el juego aparentemente inocente del intercambio o «turismo de identidades» que se hace en Internet es mucho más complicado, imperfecto y peligroso en el mundo «presencial». En consecuencia, aunque por todo lo ya comentado parece que el yo y el otro se dirigen hacia la disolución y el cruce constante de sus propios límites, las experiencias de este intercambio de identidades llevadas a cabo por algunos artistas ha dejado constancia de que la “presencialidad” es un lastre o, incluso, un impedimento en este tipo de proyectos».
Por tanto, si todo esto te interesa… Encontrarás mucha más información, ilustrada con ejemplos, en El otro yo. De la autoficción al turismo identitario en el arte Contemporáneo (descargar texto en pdf) en la revista Sans Soleil: Estudios de la imagen… número 4.